¿Qué es exactamente una emoción?
Dicen que estamos hechos de carne, sangre y polvo... pero somos más del 60% de agua. Ciertamente somos Homo Sapiens (pensante, sabio), pero somos principalmente seres emocionales, dada nuestra composición biológica y química. Por tanto, hubiera sido más apropiado que nuestra especie se llamara Homo Motius (hombre emocional) en lugar de Homo Sapiens, u Homo Sapiens Motius, lo que supone quizás una nueva etapa en la evolución humana.
La neurociencia nos enseña que sentimos antes de pensar. Las emociones están en el centro mismo de nuestras vidas; han acompañado la evolución del ser humano. Es gracias a ellos que sobrevivió, que pudo desarrollarse porque son reacciones que le permiten adaptarse a los acontecimientos de la vida cotidiana, sean cuales sean, y también transformarse a largo plazo. Las experiencias emocionales son, de hecho, aprendizaje sobre uno mismo y sobre las relaciones con los demás. Saber reconocerlos, nombrarlos, comprenderlos significa recuperar nuestro poder sobre ellos en lugar de dejar que a veces “nos lleven”, o intentar empujarlos hacia un rincón de nuestro inconsciente.
¿Por qué las emociones están conectadas con el agua?
Porque lloramos cuando estamos tristes, o cuando tenemos dolor... pero también cuando reímos. Podemos sentir mucho calor y sudor ante una emoción intensa, o sentirnos congelados y paralizados por el miedo. Nuestro estado emocional es como agua que se mueve dentro de nosotros, la cual se modifica y puede tomar varios estados diferentes en su manifestación dependiendo de lo que estemos viviendo. Es un poco como nuestro clima interior.
Nuestro estado emocional puede parecerse al agua tranquila de un hermoso lago cuando estamos serenos, o a un mar embravecido cuando estamos perturbados, o incluso a un tsunami que rompe en el horizonte cuando ya no podemos contener nuestras emociones... O puede burbujear. ¡Se levantó como una olla a presión con la tapa apretada desesperadamente hasta el final y luego estalló fuera de control! Como el magma de un volcán que despierta repentinamente cuando creíamos que estaba extinto, señal de intensa ira por reprimir en nuestro inconsciente todo lo que no queremos (o no podemos) ver o expresar.
Una emoción provoca un movimiento interior, hace que las cosas se muevan por dentro, y a veces también provocará un movimiento exterior que expresaremos si es positivo, y que intentaremos retener, controlar si es negativo… y a veces incluso “congelar” todo para no sentir las posibles consecuencias.
El origen y consecuencias de las emociones.
Emoción proviene del latín “motere” que significa “moverse”, y del prefijo “é” que indica un movimiento de adentro hacia afuera, por lo tanto una tendencia a actuar concretamente. De aquí también proviene la palabra “motor”. Las emociones son, por tanto, por definición energías que nos empujan a actuar, a ponernos en movimiento; Nos darán un impulso, nos motivarán.
Entonces es cuando todo va bien, porque si las emociones llamadas "positivas" pueden ponernos en acción con gran energía, también hay emociones "negativas" que pueden, por ejemplo, hacernos actuar de forma impulsiva, reactiva y no siempre muy justa. .. O incluso ralentizarnos, hasta el punto de bloquearnos en nuestra manifestación.
Una persona siempre reacciona de una manera determinada por su estado emocional. Así, a pesar de la universalidad de una emoción, su expresión variará según cada individuo. Es normal, no todos tenemos la misma historia, las mismas experiencias emocionales. Por tanto, la emoción se asocia a la personalidad y especialmente a los recuerdos grabados en el inconsciente de cada persona.
Las emociones son reacciones espontáneas ante una situación determinada.
Pueden provocar síntomas físicos temporales (palidez, rubor, agitación, aumento del ritmo cardíaco y respiratorio, sudoración, etc.) y psicológicos (pensamientos, cambios de humor, etc.). La alegría, la sorpresa, el miedo, la ira son ejemplos.
Los sentimientos
Los sentimientos representan un estado emocional más duradero que evoluciona con el tiempo. Así los sentimientos (como el amor, el odio, la confianza, la desconfianza, el agradecimiento, etc.) nacen, crecen y en ocasiones también pueden cambiar, o incluso acabar desapareciendo.
Aunque sean diferentes, las emociones y los sentimientos están estrechamente vinculados. Los sentimientos dan lugar a todo tipo de emociones y, a la inversa, las emociones pueden generar sentimientos. Por ejemplo, un sentimiento de alegría puede generar espontáneamente lágrimas (emoción). Si un niño tenía miedo (emoción) cuando el perro del vecino le ladraba fuerte, posteriormente podía desarrollar un sentimiento de miedo ante la mera visión de un perro. Este sentimiento podría persistir en el tiempo, o simplemente cambiar o incluso desaparecer dependiendo del desarrollo del niño.
Por eso es importante comprender las emociones que sentimos antes de mudarnos, porque así se expresará y también se desarrollará nuestra personalidad. Crecimos, evolucionamos en una especie de “baño” emocional con nuestros padres, quienes nos rodean, en la escuela, etc. y esto marcará nuestra vida cotidiana, tanto positiva como negativamente.
¿Qué hacer con nuestras emociones?
Nuestras emociones y su nivel de expresión provienen de nuestros diferentes aprendizajes, vivencias y vivencias emocionales que tenemos grabadas profundamente en nuestro interior. Debemos estudiarlos para saber identificarlos, nombrarlos y remontarnos a las memorias de su origen para poder transformar y reprogramar aquellos que ya no deseamos manifestar.
Se trata de un trabajador interior para transformar los recuerdos inconscientes, las resonancias que nos provocan experimentar tal o cual situación en nuestra vida, y por tanto experimentar emociones relacionadas con estas experiencias.
Es toda una reeducación interior para vivir bien nuestras emociones y ya no tenerles miedo, para manifestar este gran potencial, esta gran fuerza de motivación inspiradora que nos hace avanzar en todos los niveles.