sueños intensos
¿Qué significaría soñar con una erupción volcánica, una bomba que explota o un tsunami que arrasa con todo a su paso?
¿Podría ser que estoy reprimiendo emociones dentro de mí que ya no puedo contener?
¿Podrían estos símbolos materializarse en la vida concreta... y qué se puede hacer para evitar que esto suceda?
La manifestación de las emociones.
La característica de las emociones es su poder, tanto positivo como negativo. A veces tenemos la impresión de que podían arrasar con todo a su paso como un torrente impetuoso, sin que nadie pudiera detenerlos. Podrían hacernos perder el control de nosotros mismos, como un tsunami, con todas las consecuencias que ello conlleva. Por ejemplo, la ira puede convertirse en violencia; la alegría, la espontaneidad puede llevarnos a veces a ser demasiado exuberantes.
Por lo tanto, podríamos tener miedo de la magnitud de nuestras emociones porque conocemos demasiado bien su poder y, en consecuencia, también tendremos miedo de las de los demás. Podemos tomar como ejemplo las reacciones de ciertas personas en un contexto social tenso, como por ejemplo en una manifestación que degenera, donde incluso una persona sin historia podría involucrarse en un comportamiento violento que nunca antes había mostrado. Es el “no sé qué me pasó… Cogí una piedra y la tiré a una ventana para romperla…”. Es un fenómeno muy conocido que la influencia de un grupo, de una multitud, de la colectivo, puede ejercer sobre un individuo y conducirlo por un camino que tal vez no habría recorrido por sí solo.
Entonces, ¿por qué a veces resulta difícil expresar tus emociones?
Por eso algunas personas evitarán sistemáticamente cualquier tipo de reunión, lugares donde habrá mucha gente, porque temen las poderosas reacciones emocionales de las multitudes y evitarán enfrentarse a ellas, también por miedo a sus propias reacciones. Ya hemos visto demasiadas violencias, por ejemplo en los estadios de fútbol, entre aficionados, lo que genera movimientos incontrolados de multitudes que causan numerosas víctimas. La emoción genera un impulso, es decir actuar cuando surgen recuerdos o cuando las necesidades se vuelven incontrolables.
Cuando actuamos irracionalmente, por “estimulo del corazón” o “por capricho”, nos conectamos con todos los recuerdos en los que experimentamos una situación que odiábamos, reprimimos o en la que teníamos miedo, miedo por nosotros mismos o por los demás. otros... En definitiva, una situación en la que nos sentimos potencialmente en peligro... y las emociones confundirán nuestra razón, nuestro sentido común. A menudo utilizamos expresiones como “No perdamos los estribos” o “Mantengamos la cabeza fría” para simbolizar la actitud adecuada a adoptar para no quedar atrapados en la intensidad emocional.
¿Por qué no deberías reprimir tus emociones?
Reprimir las emociones puede funcionar por un tiempo, pero la naturaleza profunda de las emociones debe expresarse. Entonces, un día u otro, la presión acumulada hace que la represa (u otro sistema puesto para retener las emociones) ceda, y ahí viviremos consecuencias en nuestro cuerpo, en nuestra mente, porque esa será su única salida. .. Podríamos experimentar depresión, tener manifestaciones fisiológicas o psicológicas, desarrollar enfermedades, etc… De ahí la importancia de aprender a gestionar bien nuestras emociones y no crear restricciones emocionales.
Para poder actuar en consecuencia, es importante discernir claramente cómo se siente. Para ello, necesitas saber escuchar tus emociones sin reprimirlas. Así, podremos reconectarnos profundamente con nosotros mismos y recuperar nuestra capacidad de interactuar inteligentemente, de empatizar con los demás, lejos de esa fría indiferencia que a veces se desarrolla cuando las emociones han sido reprimidas durante mucho tiempo, donde poco a poco nos desvanecemos en lugar de me siento vivo; porque las emociones son simplemente vida, y reprimirlas es negarlas.
Reconocer las propias emociones significa demostrar inteligencia emocional, es decir ser capaz, por un lado, de “expresar, comprender y gestionar las propias emociones y, por otro, de percibir e interpretar las del otro”. La inteligencia emocional es un componente esencial de la salud mental. Juega un papel muy importante en el autoconocimiento y la calidad de las relaciones con los demás.
El poder de las emociones
Tenemos la suerte de poder sentir, expresar, vivir nuestras emociones. Nos permiten adaptarnos, preservarnos y tomar decisiones. Influyen en nuestro comportamiento. Si supiéramos acoger con naturalidad nuestras emociones y reconocer las de los demás, tendríamos muchos menos problemas en nuestras relaciones y en la sociedad en general.
Nuestras energías emocionales son una fuente ilimitada de poder, son el motor de nuestra evolución. Saber gestionarlos significa poder utilizar su tremendo potencial para ponernos en movimiento, motivados, inspirados, creados… en definitiva, para evolucionar.