Sueño #1: Mi superhéroe

Sueño: Estoy en un camión y me dispongo a llevarle aceite a mi Superhéroe. Este último vuela en un avión con hélices azules y blancas. El superhéroe viste ropa azul y blanca. Tiene una especie de luz blanca a la altura del corazón. Parece un espejo redondo. En el camino para reunirme con él, tengo que parar en una casa de campo para asistir a una fiesta de un joven. Su madre le preparó un precioso pastel color beige. Estoy esperando al niño que no aparece. Entonces decido irme, de lo contrario no tendré tiempo de entregarle el aceite a mi superhéroe. Antes de partir, corto un gran trozo de tarta que coloco en una de las vías de mi camión como para pasar desapercibido tras mi partida y conduzco sobre él. Tan pronto como me reúno con mi superhéroe que ahora me espera en el suelo, veo no muy lejos a un soldado que quiere hablar con él. No se atreve a atacarlo; quiere hacer un arreglo con el superhéroe. Éste traza con su pie (su zapato) una línea en el suelo entre el soldado y él mismo. En cuanto recibe el tanque (aceite potente) que le traje, se organiza con todo y mi Superhéroe desaparece. Ahora me siento en peligro por parte del soldado. De repente, un viejo avión verde oscuro vuela sobre mí. No hay conductor; vuela como si estuviera vivo. Tengo la impresión de que quiere incorporarme. Depende de mí si me sumo o no.

Sueño #2: En el ojo del vórtice

Compartir: aquí hay un sueño en el que a veces pienso.

Sueño: Este es el primer sueño que todavía recuerdo. Entonces debía tener unos 2 o 3 años. Estaba en casa de mis abuelos maternos. Bajé las escaleras que conducían del primer piso a la planta baja, luego de la planta baja al sótano. En medio de la escalera que conducía desde la planta baja al sótano apareció un vórtice. Puse un pie allí y luego caí durante mucho tiempo hasta aterrizar en una especie de bosque pantanoso gris y negro. Avancé en el bosque y al cabo de un rato me encontré con un zorro parado sobre dos patas y vestido como un pintor (boina y bufanda). Pintó sobre un caballete. Me acerco a él y miro el cuadro que estaba pintando. Me doy cuenta de que es un zorro el que me estaba comiendo. Luego me despierto con cierto miedo, pero también con muchas preguntas y mucho asombro.